Hora de ejercicios [Fred]

Día normal de la semana, primeros de mes y loas ganas de empezar en un gimnasio público era asqueroso. Prefería en mi casa, en mis propias máquinas donde sabía perfectamente la clase de sudor que había empapando el asiento y no aquella puta asquerosidad de plástico donde hombres y mujeres en indeferencia sexual hacían deporte.
Arrugué el ceño casi al instante de pisar las tierras deportivas, con calzado cómodo, pantalón corto bastante holgado, pero apretado por la cintura. Camiseta más bien grande para no marcar, no me gustaba los chulos de playa, solo quería hacer mis ejercicios como si estuviese en mi hogar.
Pasé la tarjeta nuevo que me habían dado para entrar, una acreditación más para la nueva cartera Estadounidente, y caminé con aquella actitud de siempre tensa. Tenía ganas de empezar a correr, así que me metí de lleno en las cintas

Arrugué el ceño mirando a un lado por las ventanas, no podía evitar estar siempre con la vista clavada al otro lado de un cristal, intentando intuír que había fuera. La libertad era lo mío, pero desgraciadamente no me quedaba otra que estar atado. No, ni gracia que me hacía, pero era lo que había, ni más ni menos.
Miré con el ceño fruncido de nuevo al interior del lugar, el sudor de la poca gente que había empezaba a embotar el ambiente, donde ostia estaría el aire acondicionado cuando hacía falta? Arrugué más el ceño hasta subirme a la máquina. Coloqué la toalla encima del cuadro de tareas y la botella en el pequeño hueco que dejaba al lado. Miré el enorme botón de inicio y lo clické, empezando una marcha lenta. Tras un minuto, empecé a aumentar el ritmo, no me gustaba correr desde lo inicial, así que cuando tuve uno bueno, lo dejé estar.

Una voz masculina se instaló en mi cabeza, lo que hizo que girara la vista hacia el. Qué no tenía cara buena? No, hacía mucho tiempo que esa cara había salido, se había esfumado como la vida de mi mujer, en apenas unos segundos y para siempre. Cogí aire para no soltar una reprimenda, no tenía ni puta idea de quien era aquel completo desconocido, pero me intuía que al menos sería agradable, lo cual, me jodía.
-No te importa- el tono seco y distante ya era habitual en mi, quizás solo mi hija hacía que se volviese más cálida, más suave para no asustarla. -Frederick- respondí solamente por cortesía, esa poca que todavía me quedaba.

Miré como el chico corría y bebía a la vez, demasiado para mi gusto, pero bueno, era su cuerpo y su problema si le daba un ataque en la cinta. Miré hacia abajo, observando como mis adidas negras se diferenciaban por sus líneas azules de la propia cinta corredera. Decidí que por un momento, podría dar cancha al hombre que tenía al lado, quizás si me portaba bien hasta podía dejarme en paz luego
-Si, llevo viviendo aquí menos de un par de semanas..- murmuré más para mi que para el, pero lo suficientemente alto para que me escuchara perfectamente. -y tu?- pregunté más por cortesía que por otra cosa, aun que la voz seguía sonando fría y cortante, no quería evitarlo, así que me daba igual

Un sonido a lo campanas empezó a sonar en todo el local, debía de ser en punto, y por como sonaba, las 10 de la mañana. Si señores, adoraba llegar temprano a todos los sitios, pero al gimnasio más. Cuanto más mañanero fuese, mejor.

Empecé a correr un poco más rápido y a medida que movía mis piernas, mis brazos empezaron a llenarse de una fina capa de sudor. No sonreí cuando habló, ni siquiera me giré cuando lo dijo, no me interesaba y no se iba a dar cuenta de que no era mentira, no me gustaba la gente. Evité gruñir, eso solo haría el momento embarazoso y para nada normal, así que empecé a tomarme enserio ser una persona ligeramente menos fría, al menos sabiendo que tendría que vivir aquí durante un tiempo. Aclaré la garganta, dispuesto a hablar, pero es que simplemente no estaba acostumbrado a ello.
-Trabajo en una librería..- murmuré con un hilo de voz, mientiendo, no mal, pero mintiendo al fin y al cabo. La coartada era lo principal ahora mismo, no podía dejar pensar a nadie que era un criminal, es más, nadie lo creería, y menos que era dueño de una de las revistas más famosas de rusia. aclarándola de nuevo mientras lo miraba un poco patidifuso. A estas horas? Mi voz? Eh?
Enarqué una ceja de manera hasta divertida, observándolo aun que no parando, si no caería de bruces y no, eso no era lo mío
-Mi voz es así, grave, seca y borde- incluso se me dibujó un tic en el pómulo para alzar la comisura de mis labios a modo sonrisa, pero muy breve, solo unos segundos. Tan poco que incluso dudaba que la hubiese visto.

Lo miré con cierta tranquilidad en mi rostro. La verdad es que hablar de ese tipo de cosas (o más bien hablar en general) no era lo mío, así que preferí mantenerme callado, mirando por la remenda ventana que había justo delante de nosotros, esa a la que daba a otro apartado del gimanasio donde quizás se hacían los ejercicios de pesas ligeras con movimiento.
Empecé de nuevo a subir los niveles hasta el ocho, para mantener un recorrido a intensidad media-alta en un tempo de 30min. Si, debía calentar todos mis músculos bien si no quería lesionarme, así que dejé todo y empecé a mover los brazos corriendo de verdad, concentrándome aun que me sabía un poco mal dejar al chaval hablar solo.
-En Queens- respondí mirándole de nuevo, pestañeando con tranquilidad a pesar de que mi pecho se elevara cogiendo el aire que demandaba mi corazón desvocado, sintiendo como me sudaba el cuerpo sin necesidad de ese olor corporal asqueroso que tenían los adolescentes. Si, por suerte no era del tipo que olía a cabra, o más bien cabrón. -No se quien vive ahí - me encogí de hombros mintiendo como un buen truhán que era. Conocía a las familias? Claro que si, pero no tenía que decirlo.
-Me daría igual que lo hicieras, no puedo cambiarla..- murmuré enarcando una ceja, casi dejando que apareciese por la comisura de mis labios un atibismo de sonrisa. Mierda, que era eso?